Galopando en la pradera,
mi alazán se desbocaba,
sólo el amor lo frenaba.
Con las crines mueve el viento,
su silueta recorta,
una luz en movimiento.
Blanco como una centella,
su perfil, tan imponente,
entre encinas, y altas hierbas,
recortando el horizonte.
Una dulce melodía,
ambienta un instante,
de libertad y armonía,
para caballos el goce,
de disfrutar la... alegría.
María Antonia Pérez
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