He abierto mi cuaderno,
he destapado mi pluma,
he levantado la vista
y estoy mirándote
imaginándote.
La música se reproduce
silenciosa entre miradas
que mi mente inventa:
te sigo mirando
mientras me escapo.
He levantado la vista,
he tapado mi pluma,
pero mi cuaderno
(viciado y abierto)
no se cierra.
El silencio sigue tocando
acordes con el minutero
de la mano del tiempo
y, al escaparme,
me estás mirando:
nuestras pupilas
se saludan humedecidas,
tu mano alcanza mi mano
sucumbiendo a esa esperanza;
me sigues mirando
pero nos falta el abrazo.
Mi cuaderno sigue abierto
y yo sigo imaginándote.
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