Llevo una semana sin saber qué hacer y sigo igual. No sé qué hacer hoy tampoco. ¡Señor, ilumíname!
¿Alguna vez te has dicho algo así? Quizá unas cuantas… yo este último año creo que ni las puedo calcular.
“No sé qué hacer hoy, me voy a dar un paseo, a desayunar por ahí, a comprar algo aunque no necesite nada… a comer comida basura, estoy deseando comerme algo de eso que nunca puedo comer por el dichoso gluten…”
Pensamientos como este y otros pasan a menudo por tu cabeza, estoy segura que tú al igual que yo tenemos una lucha constante entre el corazón y la mente.
Quizá necesitemos ese empujón definitivo para tomar esa decisión de la que nunca estás seguro/a o que alguien te de esa palmadita en la espalda que necesitas para iniciar algo o continuar con lo que ya tienes… ¿no es así?
La dura lucha entre el corazón y la mente que nunca para.
Lo notas en el cuerpo.
Lo sabes porque tu corazón lo intuye.
Cada uno de nosotros tenemos diferentes necesidades, pero si te das cuenta… todo es lo mismo. La lucha entre el corazón y la mente no es más que el ánimo necesario para continuar por el camino que te has trazado con anterioridad.
Te voy a poner algunos ejemplos de lo que yo siento, algunas de estas reflexiones las identificarás muy bien contigo, solo trasládalas con un símil a tu vida real:
Mi mente necesita una casa para vivir lejos de tanta violencia.
Mi corazón necesita paz, tranquilidad y luz.
Mi mente necesita dinero para vivir cómodamente.
Mi corazón necesita tener abiertas las necesidades de la vida aquí para poder estar tranquila y poder ser feliz lo que me quede de ella.
Mi mente necesita más seguidores y visualizaciones para poder cobrar algo de dinero con mi trabajo.
Mi corazón necesita hacer feliz a la gente que me ve y me sigue por el trabajo que hago.
Mi mente necesita ayuda para realizar un trabajo que a veces me abruma.
Mi corazón necesita confiar en todo y en todos los que llegan a mí con honestidad y limpieza de corazón. Estoy segura que lo sabré cuando lleguen.
Solo son unos ejemplos que tienes que llevar a todo lo que piensas en cuanto a tu vida. Transforma estos ejemplos en tuyos y verás más claro esa lucha entre tu corazón y tu mente.
En definitiva, yo he comprobado que lo que siempre quiere mi corazón es para mí beneficio si con ello beneficio a los demás.
Como comprobarás el corazón nunca es egoísta, la mente sí.
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