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Sintra

A un paso de Lisboa, enclavada entre las cumbres del Monte de la Luna, Sintra es una ciudad mágica. Su hechizo te envuelve nada más llegar. Estás en otra época, en otro tiempo. Lo que contemplan tus ojos, atónitos, es el sueño hecho realidad de los reyes y masones que habitaron la villa, tallando su impronta en cada uno de sus jardines y piedras.

Cuenta la leyenda que en sus montes los celtas celebraban ceremonias druídicas y que, desde la prehistoria, se rendía culto a la luna, de ahí el nombre Monte da Lua. La práctica de estos ritos llenaron los parajes de magia y supersticiones. Se dice, de hecho, que de las montañas manan energías telúricas y espirituales.



PALÁCIO DA PENA


Un regalo de amor de Fernando II para su esposa, la reina María II de Portugal.


Tras la niebla, con las últimas brumas disipadas, un palacio colorido de torres almenadas se alza en lo alto de la sierra como en un cuento de hadas. Es el Palácio Da Pena, fruto de la genialidad creativa de Fernando II, mezcla de estilos manuelino y morisco. A su alrededor exuberantes jardines, con más de quinientas especies arbóreas procedentes de todo el mundo, conforman un parque natural de una belleza inusitada.



QUINTA DA REGALEIRA


En el corazón de la ciudad, el Palácio e Quinta da Regaleira oculta el misterio de la masonería y los símbolos templarios. El brasileño Carvalho Monteiro hizo de este palacio su propio templo masónico, contratando al arquitecto Luigi Manini para que transformara el palacio y el bosque que lo circundaba. Inspirándose en la Divina Comedia de Dante construyeron un entramado de sinuosos caminos, colinas, y grutas que hacen referencia a las dificultades del Mundo y la bajada a los Infiernos.

La quinta terminó de construirse en 1910, agrupando los estilos gótico, románico, renacentista y manuelino.

En la parte más alta de la casa, una torre octogonal se abre a la terraza de la biblioteca, donde se experimentaba la alquimia.

Símbolos de la Luna, la Tierra y el Sol se encuentran repartidos por toda la finca, conviviendo con las estatuas de los dioses greco-romanos, obra del escultor José da Fonseca.

El paraje oculta grutas secretas, galerías subterráneas, lagos, cascadas y pozos utilizados para celebrar los ritos de iniciación masónicos.



La aureola de enigma y misterio que rodea a Sintra, unida a la belleza de su naturaleza salvaje y sus edificios románticos, ha sido el acicate de muchos músicos y literatos. Richard Strauss, Hans Christian Andersen y Lord Byron, entre otros, encontraron en esta asombrosa villa la inspiración para componer algunas de sus obras.





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