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Villaverde en época romana

Los romanos conquistaron la zona de Madrid, perteneciente a la Carpetania, después de la primera guerra celtibérica, entre los años 197 y 154 a.C. Al comienzo perteneció administrativamente a la Hispania Citerior, y con la división de Augusto pasó a pertenecer a la provincia Tarraconense.

Su condición de zona de paso y el carácter eminentemente rural de su población hizo que los romanos no crearan ciudades importantes en la zona, si exceptuamos Complutum, Titulcia, Miaccum (Casa de Campo) y Mantua.

La ocupación rural tuvo diferentes formas, pero la más importante y conocida fue la de las villas rústicas o de explotación de la tierra a gran escala, dentro del sistema de explotación latifundista romana. Solían tener los edificios dos zonas, una para el ocio y disfrute el propietario y su familia (zona residencial, más lujosa) y otra dedicada a la servidumbre, ganado, granero, material agrícola, etc.

Fue descubierta una villa romana en Villaverde en 1927, por el profesor del colegio de El Pilar (Fidel Fluidio) cuando paseaba con algunos de sus alumnos; encontraron trozos de cerámica (terra sigillata). Será excavada en 1928 por José Pérez de Barradas (Barradas, 1932).

Estaba situada en una terraza del río Manzanares, formando una pequeña llanura, en el barrio de Los Rosales, enfrente del edificio Novosur, con una explotación agropecuaria de agricultura, ganadería, pesca, caza huertos y explotación forestal.

La primera villa se situó en torno a los siglos I-III d.C., siendo destruida por un incendio a finales del siglo III. Junto a ella se encontró un horno de cal y un depósito de agua. Se recuperaron una lámpara de bronce y tres fragmentos de columnas, ambos del siglo I; una jarra de bronce (s. II); monedas de bronce (4 ases de diferentes épocas); la cabeza de Silvano (de alabastro), dios protector del campo, de los bosques y del ganado; una cuchara de cobre (ss. I-III); dos mangos de cuchillo de hueso; una hoja de cuchillo de la misma época; cerámica indígena y romana, que demuestra un cierto mestizaje; molinos de piedra y una olla de cerámica indígena (Bailón García, 2017).

En la segunda villa, construida sobre la anterior, a finales del siglo III se encontraron: un cuenco de terra sigillata, grandes tinajas de tradición indígena, un mosaico de 5,52 por 2,20 m. con motivos geométricos que cubriría el pavimento de una de las habitaciones (Barradas lo fechó a principios del siglo III y Blázquez, en el siglo IV), varios fragmentos de pintura mural de dos habitaciones, imitando mármoles, con la misma cronología que el mosaico. Esta villa estuvo habitada hasta el siglo V.

Todos los restos encontrados se encuentran en el Museo de los Orígenes (San Isidro) de Madrid.





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