Las mentes más preclaras nos advertían de un grave peligro que no hemos querido ver, a saber: que el ser humano ha desarrollado una compleja tecnología sin el necesario y concomitante desarrollo de la conciencia. El dominio y desarrollo de la energía nuclear, la biotecnología, los medios de comunicación, la biogenética, todo ello está en manos de pueblos e individuos cuyo grado de conciencia es aún medieval, lo cual los pone al servicio de los intereses más ciegos y egoístas haciéndolos extraordinariamente letales. Es así como nuestra civilización está en estos momentos al borde del abismo de la autodestrucción.
El problema radica en que nos hemos ocupado tan solo de crecer materialmente pero no de evolucionar espiritualmente. La ciencia se ha erigido en un poder casi religioso que niega la existencia de la conciencia; justamente lo que más necesitamos para evitar el peligro.
Orlando José Rodrigo Álvarez
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